IMPLEMENTACIÓN DE TÉCNICAS DE AGRICULTURA DE PRECISIÓN EN EXPLOTACIONES AGRÍCOLAS
La variabilidad intraparcelaria del desarrollo y rendimiento de los cultivos existe y se conoce desde los inicios de la agricultura. Sin embargo, tradicionalmente ha existido una tendencia a aplicar manejos uniformes en las parcelas. En las últimas décadas, gracias al desarrollo de las tecnologías de Agricultura de Precisión (AP), es posible el análisis de la variabilidad espacial de las propiedades de los suelos y del desarrollo y rendimiento de los cultivos, así como también, es posible la prescripción y aplicación de manejos diferenciados. Para ello, las nuevas tecnologías utilizadas por la AP pretenden complementar la inspección visual humana en la identificación, caracterización y seguimiento de la variabilidad intraparcelaria, utilizando sistemas globales de navegación por satélite (GNSS) , SIG (Sistemas de Información Geográfica), medidores de conductividad eléctrica aparente del suelo (CEa), monitores de rendimiento o sensores multiespectrales en satélites para la adquisición de imágenes detalladas y continuadas de la superficie terrestre, entre otras herramientas.
Estas tecnologías se han aplicado mayoritariamente en cultivos extensivos de regadío y en algunos cultivos hortofrutícolas de alto valor como la viña u otras especies frutales, y en menor medida en cultivos extensivos de secano, en los que, en la mayoría de casos, se siguen aplicando dosis homogéneas por unidad de superficie, tanto de siembra como de fertilizantes. En España se cultivan aproximadamente 6 millones de hectáreas de cereales, siendo el sector con mayor base territorial y con distribución a lo largo de todo el territorio. De la superficie sembrada de cereales casi el 94% corresponde a cereales de invierno. En concreto, la superficie de cultivos extensivos (cereales de invierno) en secano es de 4.8 millones de hectáreas, lo cual supone un porcentaje de casi el 85% respecto a la superficie agrícola total destinada a esta clase de cultivos. La AP se muestra como una de las mejores herramientas a utilizar en estos sistemas productivos con el fin de conseguir la optimización de los inputs, la reducción de los costes medioambientales, el incremento de la precisión en la producción y la incorporación de la trazabilidad en todo el proceso productivo, término éste de creciente demanda por parte del consumidor y la legislación en general.
La mayor dificultad para la implantación de las técnicas de AP estriba actualmente en la adecuada identificación de las zonas con variabilidad dentro de una misma parcela y en la toma de decisiones correctas en base a la misma.
Entre las tecnologías que engloba la AP, la Tecnología de Dosis Variable Sitio-Específica permite, una vez conocido el comportamiento del cultivo en cada sector de la parcela, aplicar las necesidades de insumo en cada zona homogénea más pequeña o subunidad sobre el terreno. Las prácticas de manejo sitio-específico son recomendables en situaciones donde, en la parcela, exista una alta variabilidad de los factores de producción (fertilidad, flora arvense, agua, etc.) y los rendimientos varíen en función de ellos. Bajo estas condiciones, idealmente se deberían aplicar manejos diferenciales en vez del convencional manejo promedio utilizado en la actualidad.
En AP existen dos aproximaciones para la aplicación variable de insumos. La primera de ellas se basa en el muestreo y mapeo de los factores de producción al ser manejados de forma diferencial y la posterior elaboración de mapas de prescripción para la aplicación variable de los insumos (fertilizantes, herbicidas, etc.). La segunda aproximación es el monitoreo directo del suelo y/o el cultivo para la aplicación inmediata de los insumos en forma variable. El uso de una u otra dependerá del nivel tecnológico disponible y del coste de operación involucrado.
El uso de monitores de rendimiento (MR) permite analizar la producción en cada punto de la parcela (kg ha-1), además de complementar la información con otro tipo de datos como el contenido de humedad del grano o de proteína.
Los mapas de CEa del suelo o imágenes captadas desde satélite (con diferentes índices de medida) son en la actualidad algunas de las herramientas más utilizadas cuando no se dispone de mapas de rendimiento de las parcelas que permitan diferenciar zonas. En base a este tipo de mapas del terreno se pueden establecer correlaciones con otras propiedades físico-químicas del suelo a través de muestreos dirigidos, y afinar de esa manera las correspondientes prescripciones de siembra o de aplicación de insumos. El nitrógeno (N) es el insumo de mayor impacto en el resultado económico, además es un nutriente móvil en el suelo y el más esencial para optimizar el rendimiento de grano. La aplicación de N en forma uniforme, en la mayoría de los casos, resulta en un exceso de N y en una escasez en diversas partes de las parcelas debido a la variabilidad espacial sobre el terreno. Por otra parte, la elección de la densidad de siembra es un importante factor de producción, por lo que se debe definir la relación entre la cantidad de plantas depositadas por unidad de superficie en un cultivo y su rendimiento, para distintas situaciones de oferta ambiental de recursos; relacionar este parámetro con la tipología del suelo o el rendimiento de cada zona es un reto para el que todavía no hay reglas establecidas.
En Aragón se han desarrollado varias experiencias en los últimos años que están permitiendo afinar las recomendaciones para los rangos de variación en diferentes zonas edafoclimáticas. Sin embargo, hoy por hoy la información es todavía insuficiente y se hace necesario ampliarla a una mayor superficie y distintas condiciones.
En la actualidad se dispone de los medios adecuados para obtener la información necesaria que permita implantar las técnicas de AP; sin embargo, existe un importante salto cualitativo entre la información existente sobre la AP en el ámbito de la mecanización agraria y la realidad de la mayor parte de las explotaciones agrícolas. Uno de los pilares clave para facilitar la implementación de las técnicas de AP en un mayor número de explotaciones es la formación y el tiempo de dedicación de los técnicos asesores a este cometido. La realidad demuestra que, en muchas entidades asesoras, el trabajo del día a día impide a los técnicos formarse adecuadamente y poder dedicar tiempo a obtener, procesar y analizar la gran cantidad de datos que se generan en el estudio de cada explotación. El desarrollo de esta capacidad tiene que venir regulado por dos vías, una de ellas relacionada con las distintas plataformas de digitalización de datos que pueden contribuir a agilizar este proceso y, en segundo lugar, que el usuario final valore el asesoramiento que puede recibir en este sentido, fomentándose la formación y contratación de técnicos especialistas en agricultura de precisión.
El uso de monitores de rendimiento (MR) permite analizar la producción en cada punto de la parcela (kg ha-1), además de complementar la información con otro tipo de datos como el contenido de humedad del grano o de proteína.