ADOR (Apoyo a las Decisiones sobre la Organización de Regadíos) deben ser las primeras siglas de esta breve píldora introductoria a la nueva Jornada de la Sembradora de Ideas.
ADOR, lo han desarrollado los propios usuarios, que efectivamente proponen, obligando al gestor a aportar soluciones concretas a problemas concretos. Contando, por supuesto, con un equipo formidable de profesionales: mis compañeros Loreto Monaj, y Nacho Mantero; y un apoyo institucional muy importante, liderado por la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón; y por parte de las administraciones públicas: CSIC, de la mano de Enrique Playan y SARGA, Gobierno de Aragón.
Con este planteamiento, y de nuevo, considerando a los usuarios como el motor de desarrollo de la aplicación, recientemente se ha producido un nuevo hito para este proyecto: la creación de la Asociación de Desarrolladores del Programa ADOR (ADPA).
El asociacionismo ha estado siempre presente en nuestro sector agrario. Se promueve desde las administraciones públicas como una fórmula eficaz para alcanzar objetivos que se consideran ambiciosos y que interesan a un determinado colectivo. La digitalización de las comunidades de usuarios lo es, porque es necesario plantear procedimientos homogéneos de gestión. Es obligado llegar a conclusiones acertadas sobre qué datos son necesarios y cuáles no. Sobre cómo estructurarlos. Es necesario para optimizar este proceso y para proporcionar un programa de gestión que contenga todo lo estrictamente necesario para poder abordar los retos de futuro, para gestionar de forma eficiente el agua, para que sea transferible, y extrapolable al máximo número de usuarios posible. Porque de nuevo, ellos serán los que lo hagan perdurar en el tiempo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta el escenario del que partimos.
La gestión del agua, su transporte y distribución, como cualquier otro proceso, tiene unos rendimientos asociados. En el caso de agua, existen tres procesos vinculados al transporte y distribución del recurso, y cada uno de ellos lleva asociado un rendimiento que es imprescindible conocer. En primer lugar, el transporte por la red de embalses y canales. En segundo lugar, el transporte por la red de distribución de las comunidades de usuarios; y en tercer lugar, su aplicación a nivel de parcela. Conforme descendemos en el nivel, más compleja es la gestión, porque los puntos de demanda aumentan de forma exponencial, y también las variables que intervienen.
Las comunidades generales de regantes tenemos la oportunidad de gestionar en el primer nivel. Y allí existen oportunidades de ahorro importantes que deben ser detectadas mediante la gestión de la información de una serie de variables, entre las que se encuentra la demanda de las comunidades de base. Las comunidades de base, e integradas en las primeras, tienen oportunidad de hacerlo en el segundo nivel. Y por último, el uso eficiente en parcela, y la agricultura de precisión, corre a cargo del propio usuario agricultor, que es quién mejor conoce su explotación, sus variables, y sobre todo su capacidad económica para poder hacer frente a los costes que es necesario invertir para implementar nuevas tecnologías.
Evidentemente, uno de los factores que condiciona la demanda a nivel de comunidad de usuarios es su sistema de riego y las herramientas de gestión de las que dispongan. A la hora de plantear un proceso de digitalización hay que conocer de dónde partimos para fijar objetivos; y estos deben de ser realistas. La modernización de regadíos ha supuesto un paso de gigante en este tránsito, aumentando la eficiencia en el empleo del agua de forma considerable frente a los sistemas tradicionales de riego. No olvidemos que la cuantía de estas inversiones es elevada. Por tanto, es la prueba evidente de la capacidad de adaptación del sector, que nunca hay que subestimar.
Por último, es imprescindible, considerar el marco legal actual y las propuestas que nos lanza la administración; que exige una pronta capacidad de respuesta. Hablamos de horizontes temporales nada lejanos, sino inminentes: 2027, 2030. Para el 2050 parece que tenemos que tenerlo todo solucionado. Se me ocurre citar, por ejemplo, el horizonte PAC, en concreto, la exigencia transversal para poder acogerse a los eco-regímenes (EERR), de elaborar cuadernos de campo que incluyan balance de nutrientes y planes de riego.
Y por supuesto, es obligado en materia de agua citar el tercer Ciclo de Planificación Hidrológica, que entre otras muchas cuestiones, expone que actualmente se cuantifica el 67 % del agua que se demanda, y que prácticamente se contabiliza en los grandes sistemas de riego.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, podríamos plantear la siguiente pregunta. ¿Son las comunidades de usuarios un agente a tener en cuenta en este proceso de transición hacia la digitalización del sector? A priori así lo ha considerado el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia a través de los denominados PERTE. Pero ¿Qué opinan los usuarios?.